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sábado, 24 de octubre de 2020

Capítulo XXV - Volver a Alemania

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En el capítulo anterior quedamos que ya no quedaba otra opción que apresurar el viaje de retorno a sus hogares.

Debían tomar un tren desde París hasta Berlín, pero este servicio se hallaba interrumpido o por lo menos era muy peligroso por los controles en frontera por ambos lados, lo único que quedaba era: volver vía Luxemburgo o tomar un tren hasta cerca de la frontera y luego intentar cruzar a pie por algún paso no habilitado.

Era más económica la segunda opción , así que votaron por esa.

Compraron boletos en tercera clase, con bancos de madera y bastante incómodos para el viaje, pero tenían la ventaja que si el vagón no estaba muy lleno podían acostarse sobre el banco, es más, como los bancos con capacidad de 3 pasajeros sentados, se encontraban enfrentados, había lugar en el piso entre los respaldos.


 Si se mira con detenimiento se nota que los respaldos se adosan dejando un espacio en el piso entre ellos donde la gente solía acostarse en los viajes largos


Durante el viaje en el tren hicieron amistad con un señor mayor que había intervenido también en la primera guerra mundial .

Cuando le comentaron sus planes, el señor, que les había tomado simpatía les previno de la siguiente manera:

-”Uds. no están seguros en ningún lado”.

_”Si se quedan en Francia, los van a encarcelar por ser miembros de un país enemigo”

_”Y aun si no los encarcelan , la gente va a descargar todo su odio en uds., culpándonos de cuanta cosa les sea posible, porque en tiempos de guerra hasta lo impensable en tiempos de paz, es posible”.

_Pero si se vuelven, y los descubren los van a acusar de alta traición a la patria, aduciendo que los franceses los dejaron salir a cambio de hacer espionaje”.

Tal vez, para todos nosotros, los que hemos crecido en tiempos de paz, nos parezca un poco exagerado, pero cosas como estas son extremadamente comunes en tiempos de guerra.

Se desconfía de todo y de todos, cada ciudadano quiere ser mas patriota que los demás, por lo que las denuncias son pan de todos los días, acusando a personas que: hablan otro idioma, pretenden protestar o simplemente tienen un punto de vista diferente.

Se ha llegado acusar a gente por no aparentar ser enfermiza, culpándonos de canibalismo, durante la época de racionalización de alimentos, y el castigo era lincharlos.

Si alguien sabía o creía saber que el vecino tenía algún ahorro, estaba expuesto a ser acusado de obtener beneficios por “colaborar” con el enemigo.

El término de espía es utilizado para aquellos brindan información al enemigo, mientras que el colaborador era cualquiera que “beneficia” directa o indirectamente o muestra simpatías con el enemigo, y que podría ser, comprar productos de un comerciante con apellido extranjero.

Una letra diferente, de mas o de menos, podía ser la relación con el “enemigo”.

Por lo que mucha gente optó por cambiar su apellido rápidamente, como es el caso de la familia británica noble de apellido Battenberg (donde Berg=Monte) que se cambió a Mountbatten (mount=monte) para evitar problemas.

Este hombre les explicó que los alemanes de seguro los podrían acusar de ser espías de Francia y el castigo sería ejecución por juicio sumario, situación que iba a agravarse con seguridad por ser ellos de religión judía.

La situación era sumamente seria , y los muchachos lo comprendieron de inmediato, de manera que optaron por bajarse en la siguiente estación y tomar una conexión a Luxemburgo, perdiendo el dinero del tramo no usado y pagando un adicional, lamentando ver cómo disminuían sus magros ahorros logrados.

Llegados a su destino, averiguaron la manera de hacer el cruce fronterizo por una zona boscosa, para lo que iban a necesitar un guía (lo que ahora llamamos coyote).

Pasaron la noche en un pequeño caserío para luego intentar el cruce al alba.

Recibieron alojamiento en una cabaña de un labrador que vivía solo con su hija adolescente, dado que su mujer había fallecido hace tiempo ya.

Esta gente les había ofrecido alojamiento gratuito comprendiendo la situación, pero comida no había ni para ellos.

Los tres primos resolvieron entonces, juntar unas monedas para que la niña fuese hasta el mercado para comprar una gallina para preparar una buena sopa con papas.

Resultó pues que la joven, al haberse criado sin madre, no tenía idea de preparar una gallina, pero como tenía buena disposición iba a preguntar en el mercado con la vendedora, la preparación.

Mercado de pueblo típico europeo de la década de 1930

 

Pueblo de Europa central

Así la cosa, se llegó hasta el puesto de venta de gallinas para averiguar cómo se preparaba el ave de corral, la explicación que recibió fue la siguiente:

_”Yo la mato, tu sólo debes desplumar bien la gallina con bastante agua caliente y la cocinas hasta que esté tierna, por que las gallinas necesitan bastante más cocimiento que un pollo y por ser más fibrosas”.

Feliz la niña de probar una comida suculenta, se dispuso a preparar de inmediato lo que se le antojaba, iba a ser un manjar.

Calentó suficiente agua a temperatura de ebullición, y con mucha paciencia le arrancó todas las plumas, cuidando de que no quedara ningún canuto de pluma,

Preparo nuevamente agua y en una cacerola grande cubrió la gallina con agua y luego le agrego unas pocas papas y zanahorias.

Charlando alegremente los cinco esperaron la comida.

Luego de un tiempo empezó a emanar de la olla un olor nauseabundo.

La gallina empezó a inflarse y finalmente reventó, esparciéndose entre los vegetales restos de la hiel del animal y la materia fecal de los intestinos.

La vendedora había omitido recomendar eviscerar el animal, y ella no tenía ni idea.

Demás está decir que se acostaron nuevamente sin comer.

Al otro día a las primeras luces, cruzaron sanos y salvos la frontera.

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1 comentario:

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Eduardo Muzykant

Resumen

Capitulo XLII - El viaje en Tren

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