1918 – El Destino lo es todo – parte II
Habíamos dejado el capítulo V “ 1917 El destino lo es todo”, que la apoca
de comer todos los días que podía darse el lujo mi madre ( y toda su familia) había
terminado al ser expulsada del Kessel Stift .
Puesto que para mi abuela era casi imposible conseguir alimentos para
su familia.
Teniendo en cuenta que si bien se había casado con Gustav Pohl este era ciego y su único ingreso provenía de
fabricar cepillos, y estos se vendían muy poco a causa de la miseria
general por la Primer Guerra.
Ahora la familia se componía de los 7 hijos de Selma, los 7 hijos de
Gustav y un bebe de ambos, Walter,
La miseria era tan grande que su alimentación se componía casi
exclusivamente de papas preparadas a modo de “Klisla” o sea los ñoquis
gigantes, sin salsa alguna, de vez en cuando con el agregado de chucrut.
Mi madre contaba que para los cumpleaños, se le obsequiaba al que cumplía
UN HUEVO de gallina que podía comer para el desayuno, porque todos los
productos (huevos, un poco de leche y alguna que otra gallina) había que
venderlos, o sea que solo el cumpleañero podía comer un huevo.
Para noviembre de 1918 Alemania ha perdido la guerra y capitula, vienen
tiempos muchos más duros todavía, puesto que por el tratado de Versalles,
Alemania debe indemnizar a los vencedores y esto también sale de los bolsillos
del hambreado pueblo.
Mi madre me contaba que para contener la diarrea que eran propensos de contraer, mi abuela le ponía sobre una silla polvo de carbón ( que es anti diarreico) mezclado con un poco de azúcar, mi madre trataba de comer el azúcar, pero al poco de chuparse los dedos, también se adhería el carbón a los dedos, y de esta manera hacia que ella lo tomara
Para principios de 1919, llegan a Silesia diferentes misiones de médicos
de la Cruz Roja Internacional, su misión es determinar el grado de desnutrición
de la población y salvar lo que se puede salvar.
Para esa época mi madre tenía casi 6 años y cuando fue pesada por los médicos
solo pesaba 12 kilos, el medico determina que su desnutrición es tan grande que
no vale la pena malgastar los pocos alimentos en ella, por lo que es apartada y
llevada juntos con otras personas en calidad de moribundos.
Pero una enfermera se apiado de ella (según le manifestó a mi abuela más
tarde), era demasiado bonita para dejarla morir por lo que trató darle el alimento más reforzado que lo que recibían
los demás niños y que consistía en leche en polvo con el agregado de azúcar,
maicena y cacao, formando un puré espeso.
Pero mi madre no pudo soportarlo y lo vomitó, dado que hacia demasiado
tiempo que casi no ingería alimentos, lo que produjo dos cosas... el gesto del
triunfo del médico y la reacción de rabia de la enfermera.
Mi madre nunca más probo cacao o chocolate en taza, puesto que de solo
recordar esos tiempos le producía náuseas.
En un intento desesperado para salvar la vida de mi madre la enfermera
decidió rebajar la pasta a líquido y alimentar a mi madre con una
cucharita dejando pasar un tiempo entre ingesta e ingesta.
Poco a poco su cuerpo volvió a acostumbrarse a recibir alimentos y su
estado empezó a mejorar.
Nuevamente había burlado a la muerte, (la primera vez fue al nacer.)
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Eduardo Muzykant