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sábado, 18 de abril de 2020

Capitulo IV - La casamentera

La Casamentera

Según sentenció una amiga de mi abuela, “el tiempo de experimentos había expirado”, pues de prueba estaba el intento de mi abuela de conseguir marido por su cuenta  que terminó con una hija ilegítima, por lo tanto, había que recurrir a “las que saben”, a una especialista, o sea a una “Casamentera”. 

Las casamenteras, eran mujeres expertas en diplomacia, aun sin de conocer lo que el término significaba y por sobre todas las cosas eran grandes psicólogos aun cuando no comprendieran lo que psicología significara y sin ningún estudio que las preparara. 

También se las llamaba “chismosas”, puesto que recorrían su propio pueblo y los pueblos vecinos, charlaban con los vecinos, y en una libreta anotaban con letra ininteligible con palabras “clave” las virtudes y los defectos, anotaciones comunes eran, comilón (evitando gordo), pio (si era asiduo de la iglesia), vago, pudiente.

 Las personas eran clasificadas (aunque nunca hubieran requerido de sus servicios) como óptimos, o sea gente pudiente, joven y soltera.

Clasificaban según la posibilidad de pagar dote y los requerimientos interpuestos. Otra categoría eran los con menores recursos, viudas y viudos, y así hasta llegar a los “defectuosos” que eran personas a las que se les había presentado más de 5 opciones de posibles parejas y aun así no se habían decidido. 

Las libretas eran redactadas poco menos que en clave, para que ninguno que tuviese la oportunidad de leerla supiese de que se trataba. 

A su momento, la casamentera instruía a algún hijo/a para que siguiera sus pasos y el aprendizaje consistía en analizar juntos las posibilidades de llegar a un arreglo. 

Cobraban comisión de ambas partes y la gente lo pagaba de buen modo porque consideraba que el trabajo se había realizado a la perfección. 

Muchas veces los padres elegían para sus hijos la misma persona que había arreglado su matrimonio. 

Pues bien. Alentada por su amiga y presionada por la realidad económica, mi abuela recurrió a la “experta”. Poco tiempo después la casamentera vino a su casa con buenas nuevas.... había encontrado el esposo ideal para ella. 

Un viudo, que al igual que ella, tenía 7 hijos, y solo deseaba una mujer que le ayudara en la economía familiar (o sea criar sus hijos) y ERA PROPIETARIO DE SU CASA, claro que tenía un pequeño “defecto” algo que ni merecía la pena de mencionar, pero claro, como a la casamentera le gustaba dejar todo en claro, pues...lo dejaba en claro. “Cuál era el pequeño defecto?” -“Pues... no ve muy bien... “ (En realidad...era ciego). “Así y todo, la oportunidad es buena, más bien única, el hombre vive en una población vecina así que urge que se mude” (con las pocas cosas que tenía y sus muchos hijos). 

La mudanza se realizó con un carrito de mano , como el que muestro en la foto correspondiente en el álbum de fotos.

Y como consta en el registro de casamientos de 1913 bajo el número 23 del registro civil de Leutmansdorf kreis Schweidnitz, fue consagrado el matrimonio de Selma Pauline Langer , geb Riedel ( desde ahora Selma Pauline Pohl, Langer, geb Riedel con Gustav Adolf Pohl. (Este dato lo obtuvo mi sobrina Gundula Pohl).(* ver miscelaneas) Este matrimonio duro hasta la muerte de mi abuela en diciembre de 1946, o sea 33 años y juntos tuvieron dos hijos más: Walter Pohl nacido ese mismo año y Liselotte Pohl nacida 5 años más tarde.

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Eduardo Muzykant

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