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sábado, 23 de enero de 2021

Capítulo XXXVII - La Carta

 

La Carta

La verdad es que nos hemos entretenido mucho en detallar los diferentes planes de escape que tuvieron que utilizar los integrantes de la familia de mi padre.
Pero nos hemos olvidado momentáneamente de que mi padre tenía una
novia durante todo este tiempo, y evidentemente como todos ustedes podrán
apreciar, los últimos años más que un noviazgo fue algún que otro encuentro
furtivo, para que luego mi padre volviera a desaparecer  en la
clandestinidad, o estando fuera por largos meses en sus continuas búsquedas de
alguna posible salvación.
Situación obviamente sumamente entendible, pero convengamos que no
mejora ninguna relación.
Lo último que sabía mi madre es que mi padre había cruzado la
frontera y que, si todo marchaba bien, debería arribar a Paraguay.
También les quiero aclarar que para mediados de los años 30 del
siglo XX, los conocimientos de geografía de los países de ultramar no eran muy
difundidos que digamos.
Decir Paraguay, o decir  Galaxia Andrómeda, resultaba
igualmente desconcertante y misterioso.
Y para nosotros acostumbrados a los mensajes instantáneos de
Whatsapp, nos puede resultar incomprensible que una carta por correo pudo haber
tardado hasta 3 meses en una Europa convulsionada por la pre guerra y con
muchos controles de correos.
De una forma u otra, pasaron 4 meses desde la última vez que se
vieron hasta el arribo de la primera carta.
Una carta que fue seguida rápidamente por una segunda y una tercera,
en todas ellas se leía que mi padre tenía el alma llena de felicidad por que
finalmente estaba a salvo, que había encontrado un buen trabajo como músico en
un afamado restaurante y night club de Asunción.
Y lo más importante de todo, que la seguía amando como siempre,
que la extrañaba a horrores, que no se podía imaginar una vida sin ella.
Le pedía que por favor dejara todo y que tomara el primer barco
pues cada instante, se tornaba insoportable sin su compañía.
Cada carta era una declaración de amor, pero también un pedido de
auxilio, dado que si bien estaba a salvo, las cuestiones idiomáticas eran una
barrera muy complicada, no tanto para el trabajo en sí, (los músicos por lo
general no tienen charlas, es suficiente que interpreten lo que el cliente
quiera escuchar y ejecutarlo con prontitud).
Pero en el resto del tiempo la soledad para él ( aunque los tres
primos nunca se separaron) era agobiante.
Sin embargo mi madre leía las cartas con sentimientos encontrados,
por un lado habían estado casi 7 años de novios, pero como dije en el
principio, los últimos tiempos no fueron de los mejores.
Y obviamente, surgieron las dudas, 
¿Cómo sería ese lugar desconocido?
¿Cómo sería su nueva vida en caso de viajar?
En Alemania en cambio su vida no corría peligro inminente, por lo
menos ella lo creía así, en ese momento.
Si lo consultaba con sus hermanas las opiniones eran divididas,
Marta la mayor era de la opinión que olvidara todo, que no valía la pena correr
el riesgo.
Pero Ida en cambio, era de opinión diferente, ella de carácter más
romántico, y que había sido  artífice del noviazgo (Ver Capítulo XVIII),
decía que los sueños hay que perseguirlos aunque presentan muchas dificultades.
Ante tanta diferencia en las opiniones y sintiéndose acorralada,
decidió viajar hasta su casa natal en Silesia, para escuchar el consejo de su
madre.
El reencuentro fue muy amoroso, dado que hacía mucho que no se
veían, de manera que los primeros días de su estadía la pasaron recordando
momentos tristes y alegres que habían vivido en esa casa.
Pero todo tiempo tiene su fin, y poco antes de la partida mi madre
le pidió consejo a mi abuela, para saber que lo que debería hacer.
Ella pensó largamente la respuesta y luego le dijo:
-”Hija mía, te doy este consejo con todo el dolor de mi corazón,
porque sé perfectamente que si lo sigues, no nos volveremos a ver o por lo
menos yo no estaré viva para recibirte si es que puedes volver. Pero
corresponde cuando amas a una persona y has estado tantos años en las buenas,
también lo sigas en los malos momentos. Vé hija, sigue tu vida, y cuídate
mucho.”
Y luego dándose un largo abrazo y con lágrimas en los ojos, se
despidieron, sabiendo que sería la última vez que se verían.
Obviamente que mi madre no se sintió aliviada sino más bien
acongojada, pero sabiendo que tenía un deber que cumplir, y como ya les he
contado en varias oportunidades,

    “Un Prusiano, conoce su deber y lo cumple”

Así que regresó a Berlín a reunirse con sus hermanas.

Una vez que había decidido el viaje, se dio cuenta que tenía muchísimas cosas por resolver. Tramitar pasaporte, conseguir dinero, permisos, conseguir dinero,  visas, conseguir dinero, reservar pasajes y nuevamente conseguir dinero.

Pero también había que resolver qué cosas debía llevar para emprender la nueva vida, y qué cosas podía llevar y cuáles no.

Un mundo que se le vino encima y debía resolver a toda prisa, pero a medida que resolvía un problema se daba cuenta que quedaban muchos más por solucionar,

El tiempo volaba, en la mañana haciendo colas para los consulados, en la tarde viendo como podría conseguir el dinero necesario, en la noche empacando sus pocas pertenencias. Aunque a este respecto, las hermanas colaboran mucho, y cada una de ellas aportó con lo mejor que pudo, en especial la vajilla, logrando juntar un discreto número de piezas de porcelana Meissner, muy renombrada en Alemania en esa época.

De manera que lograron llenar un cajón de madera de aproximadamente 1,20 mts x 0.70, x 0.90 máxima medida permitida en tercera clase, aparte de la valija con ropa.

Vamos a recordar este dato del cajón porque va a cobrar importancia en algún capítulo posterior.

Nuevamente vamos a hacer una revisión minuciosa del pasaporte para poder recrear los pasos que tuvo que hacer, al igual que ya lo hicimos anteriormente con otra documentación.

En la Hoja uno del mismo se nota dos particularidades:




            1.- El pasaporte se otorgaba al padre de familia y en la misma libreta se mencionaba la esposa y los hijos, si los hubiere.

            2.- A pesar que para esa época Alemania ya era una república y se consideraba como una unidad territorial, en el apartado de “Nacionalidad” se consigna: “Prusiana”, aunque el reino de Prusia, ya no existía desde 1918.

Hoja 2.- Se encuentra la foto y firma de mi madre además de la certificación de que ambas coinciden con la solicitante.



Hoja 3.- Profesión, consta ayudante (obviamente empleada doméstica), lugar de nacimiento: Kaschbach [aunque no menciona demás datos, dado que es un pueblo muy pequeño, debería haber consignado Kreis Reichembach (circunscripción) y  Silesia (Provincia). Debido a que Prusia abarcaba varias provincias]. 

Fecha de nacimiento: 13/04/1911, Lugar de residencia; Berlín, estatura: Mediana, forma de la cara: Oval, color de ojos, azul verdosos, señas particulares: Ninguna, esto debía llenarse para ambos cónyuges en caso de corresponder y de los hijos solo se pedía, nombre, edad y sexo.



Hoja 4: Fecha de otorgamiento del pasaporte 14/11/1933, válido hasta el 14/11/1938, y también es interesante que la opción de prórroga fue tachada, lo mismo que todos los casilleros de la página 5  correspondientes a nuevas validaciones se encuentran anuladas.



Página 7: hay un sello casi ilegible conde pudimos descifrar: Este pasaporte fue presentado ante el consulado de Francia para ……..( el resto es ilegible) pero, acabo de recordar que cuando mi padre estuvo en Francia mi madre quiso visitarlo, así que debe de corresponder a esa instancia, aunque no puedo saber si se le denegó el permiso o porque no pudo concretar finalmente el viaje. El sello tiene fecha 15/11/1933.

Resumiendo mi madre sacó pasaporte para viajar a Francia cuatro años antes.

Página 8: hay un visado con fecha 11/1/1937, válida para el tránsito al Paraguay, con el sello del Consulado de la República del Uruguay en Berlín.



Página 9: El consulado General de la República del Paraguay le otorga un Visto Bueno para ingresar a dicho país, posteriormente lo prolongó hasta el 25 de Enero de 1937.



Página 10: El Prefecto de la estación de Policía 127 de Berlín, certifica que mi madre necesita adquirir 80 pesos argentinos con un equivalente de 60 Reichsmark para poder viajar, fechado el 12/1/1937. Más abajo y con fecha 13/2/1937 el sello del Banco Privado de Hamburgo acreditando haberle vendido 80 Pesos Argentinos con el equivalente de 60 Reichsmark.

Página 11: Berlín 12 de Enero de 1937, “Los acuerdos realizados entre diferentes países con respecto a viajes no se pueden utilizar “firmado por el Presidente de la oficina de Impuestos Estatales.

Y el último sello de esta hoja certifica que partió del puerto de Hamburgo el 14 de Enero de 1937.

Con todo lo comentado podemos ver que realizó todos los trámites en solo tres días.

Página 12: Arribando el 20 de Marzo de 1933 a Asunción del Paraguay donde la estaba esperando ansiosamente mi padre.


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Eduardo Muzykant

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